top of page

Riot

La muerte en extrañas circunstancias de Efosa Okosun en una de las últimas madrugadas del caluroso agosto del año 2011 en el popular barrio de Son Gotleu de Palma, desencadenó una virulenta explosión de dudas e  impotencia, expresadas a todo volumen y con alguna pequeña dosis de violencia callejera al más puro estilo kale borroka en versión afro, por parte de los compatriotas, familiares i amigos del joven nigeriano precipitado al vacío desde la azotea de un quinto piso. A la mañana siguiente después de la tragedia, toda clase de especulaciones y rumores calentaron las horas. La temperatura iba en aumento. Podía ser un accidente, un homicidio imprudente o un homicidio en primer grado perpetrado por un número indeterminado de hombres, vecinos del barrio también, pero descendientes de los que pusieron la primera piedra de la colmena mientras tocaban las palmas con furor bajo sus sombreros por allá en la década de los años 60. Los colegas de Efosa acusaban a algunos hombres de etnia gitana de estar implicados en la muerte del joven. Se supo, que Efosa escapaba de alguien  y subió a la azotea del edificio escondiéndose en la cornisa antes del fatal desenlace. Cayo solo? o, le “ayudaron” a caer? Qué más daba, ya teníamos portada.

Precisamente no es que me exciten este tipo de sucesos, pero sí que fulminan de golpe el aburrimiento que normalmente se tiene en el día a día del agosto periodístico, acosado por la telefonía móvil de última generación. Los tradicionales refuerzos veraniegos de la policía nacional esperaron resignados, tenían las maletas hechas preparados para irse y volver a reunirse con sus semejantes ibéricos. Después de una noche de altercados con cristales rotos i algún que otro coche calcinado, a medida que el solecito del día calentaba las baldosas y adoquines de la plaza Fra Joan Alcina, iba en aumento la temperatura del ambiente y por unos instantes, las balas de goma, tampoco impidieron la furia desatada. Algunos compañeros de la prensa gráfica tuvieron que ser atendidos por los servicios sanitarios después de la lluvia de piedras i otros objetos que fueron lanzados i que, afortunadamente para ellos, no les causaron ninguna herida de gravedad. Los becarios de los diarios allí desplazados llenaban a toda velocidad sus libretas, buscando refugio acurrucados como bichitos. Mujeres y hombres muy enfadados por lo que ellos consideraban un crimen injusto.

Pasados unos días, las conclusiones de la policía científica dijeron que el motivo de la muerte fue accidental y poco a poco volvió la tranquilidad al barrio.

bottom of page